viernes, 30 de septiembre de 2011

Piel de culpables

Piel de culpables.

                                               A A. Córdova, cuestión de apellidos.
I
Apareciste un día
y me cubriste
con el manto de tu sangre,
nuestra sangre.
Como leyenda antigua
fuimos descifrando
uno del otro
secretos y silencios,
conocimos réplicas
y torcidas semejanzas,
curaste la herida de niño
que traía en el costado.
Supe del fuego que te rodea
y tu voz se hizo luz.

Aprendí a usar las máscaras
y hacer las muecas
que convenían,
me ceñí a tu instrucción
y comprendí que los sueños
están hechos de números
y cuentas en tu calculadora,
que las lágrimas son solo sal
y que este mundo no es fácil
que a los diecisiete
lo único grande que he hecho
es este mar de penas
en el que me ahogo.

Con vos, que sos mi sangre
no me preocupaba ser artista,
con vos, que sos mi apellido
ser yo mismo no era condena.

II
Cúlpese a la ponzoña de las bocas,
a la dosis justa del veneno
en forma de palabra.
No es culpa mía, lo admito
aunque no sepa hablar
en el idioma de las despedidas.
Solo sé decir que me duele
lo que hace un par de meses
no me dolía y lo que desde vos
dejó de dolerme.
Que el amor se quedó con vos
hace trece años
y que aunque ya la herencia
corría en nuestras venas
y dormía en nuestro apellido,
eso ya no importa.
Acá entre nos, entiendo
que uno de los dos es feliz.

Aprendí, primo,
que estoy solo
y siempre tan solo
que soy solo
y que sigo solo
y lo seguiré siendo
hasta tu regreso.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Receta Médica

                                   Al anciano ciego enamorado.

I
Quiero darte un poema
que no esconda mi miedo,
un verso que puedas andarlo
como monedas en el bolsillo.
Un poema fácil y ligero
para que puedas encontrarme
en el cansancio de todos los días
en las caras tristes del trabajo
en las deudas y el café.
Quiero ser un poema
que viaje con vos,
un par de palabras escogidas
que pronuncies con frecuencia
y cuando digas risa, beso
asueto o salario
sepas que estás recitándome,
que soy tu poema cotidiano
y que estoy con vos
en todas partes.


II
No abrás los ojos, por favor
conocé el espacio
contá los pasos necesarios
para llegar a mí…
aprendete mis labios
descíframe con el tacto
nada más
pero no abrás los ojos
juro saberme mejor a ciegas
te lo doy todo
pero cerralos y no los abrás
no hace falta ver el mundo
con los ojos de un humano
podés vivir sin verlo
podés vivir conmigo
con los ojos cerrados,
porque amo tu ceguera
tu ceguera voluntaria
y te amo ciego
hasta el fin de los días
cuando yo sea para tus ojos
algo digno que ver.

jueves, 1 de septiembre de 2011

El frío es por dentro


Dentro de mí hay muchas cosas:
hay ruidos que no distingo,
canciones de adolescentes.

Dentro cargo campos de batalla
misiles ebrios que no encuentran
su explosión ni su víctima
guerras vivas, guerras muertas
cementerios donde ya no me caben los muertos.

Dentro de mí, una ciudad a ciegas
edificios vacíos, construcciones a medias
una ciudad sin iglesias
porque en mí, no se anida la fe ni la esperanza.
traigo conmigo un abanico de máscaras
de muecas torcidas, de rostros sin boca.

En mi ciudad, que soy yo, no cabe nadie.
Dudo que alguien pueda vivir en ella,
a veces pasan viajeros errantes
se quedan una noche o dos
y se quejan del frío y se van.
No tengo nada que ofrecerles.

Montones de palabras dentro de mí
escritas debajo de la piel
soy montones de fechas olvidadas
puñados de nombres
lágrimas con olor a beso.

Eso soy
eso hay dentro de mí
lo demás es nada.